Casa digital del escritor Luis López Nieves


Recibe gratis un cuento clásico semanal por correo electrónico

Oda XV: A don Pedro Portocarrero

[Poema - Texto completo.]

Fray Luis de León

No siempre es poderosa,
Carrero, la maldad, ni siempre atina
la envidia ponzoñosa,
y la fuerza sin ley que más se empina
al fin la frente inclina:
que quien se opone al cielo,
cuando más alto sube viene al suelo.
Testigo es manifiesto
el parto de la Tierra mal osado,
que cuando tuvo puesto
un monte encima de otro y levantado,
al hondo derrocado,
sin esperanza gime
debajo su edificio que le oprime.
Si ya la niebla fría
al rayo que amanece odiosa ofende,
y contra el claro día
las alas escurísimas extiende,
no alcanza lo que emprende,
al fin y desparece,
y el sol puro en el cielo resplandece.
No pudo ser vencida,
ni lo será jamás, ni la llaneza,
ni la inocente vida,
ni la fe sin error, ni la pureza,
por más que la fiereza
del tigre ciña un lado,
y el otro el basilisco emponzoñado.
Por más que se conjuren
el odio y el poder y el falso engaño,
y ciegos de ira apuren
lo propio y lo diverso, ajeno, extraño,
jamás le harán daño;
antes, cual fino oro,
recobra del crisol nuevo tesoro.
El ánimo constante,
armado de verdad, mil aceradas,
mil puntas de diamante
embota y enflaquece, y, desplegadas
las fuerzas encerradas,
sobre el opuesto bando
con poderoso pie se ensalza hollando.
Y con cien voces suena
la Fama, que a la sierpe, al tigre fiero,
vencidos, los condena
a daño no jamás perecedero;
y con vuelo ligero,
viniendo la Victoria,
corona al vencedor de gozo y gloria.



Más Poemas de Fray Luis de León