| Oigo el toque sonoro que entoncesa mi lecho a llamarme venía
 con sus ecos que el alba anunciaban,
 mientras, cual dulce caricia,
 un rayo de sol dorado
 alumbraba mi estancia tranquila.
 Puro el aire, la luz sonrosada,¡qué despertar tan dichoso!
 Yo veía entre nubes de incienso,
 visiones con alas de oro
 que llevaban la venda celeste
 de la fe sobre sus ojos…
 Ese sol es el mismo, mas ellasno acuden a mi conjuro;
 y a través del espacio y las nubes,
 y del agua en los limbos confusos,
 y del aire en la azul transparencia,
 ¡ay!, ya en vano las llamo y las busco.
 Blanca y desierta la víaentre los frondosos setos
 y los bosques y arroyos que bordan
 sus orillas, con grato misterio
 atraerme parece y brindarme
 a que siga su línea sin término.
 Bajemos, pues, que el caminoantiguo nos saldrá al paso,
 aunque triste, escabroso y desierto,
 y cual nosotros cambiado,
 lleno aún de las blancas fantasmas
 que en otro tiempo adoramos.
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