Otra versión
[Minicuento - Texto completo.]
Marco DeneviNinguno, entre los discípulos, amó a Jesús con la devoción, con el fanatismo, con la fidelidad de perro con que lo amó Judas. Pero ahí estaba precisamente la mácula de su amor: en la falta de vuelo. Lo amaba con amor burgués, doméstico, de rienda corta. Nada de aventuras, nada de peligros, nada de correr riesgos inútiles. Judas, privado de coraje o quizá de imaginación, habría preferido un Jesús que se dedicase a la carpintería, desposase a una doncella de buena familia, tuviese hijos, concurriese puntualmente a la sinagoga y cada tanto hiciese una visita de cortesía a Caifás. Pero Jesús se le escapa de las manos, profetiza, opera milagros, habla mal de la autoridad, pronuncia discursos. Terminará en la cruz, piensa Judas con desesperación. ¿Qué hacer para salvarlo? Judas apela a un remedio heroico: denunciarlo antes de que sea demasiado tarde y las transgresiones de Jesús se hagan cada vez más serias. Denunciarlo y hacerlo tomar preso: según la ley, los delitos de Jesús no merecen sino una veintena de azotes. ¿Qué se iba a imaginar, el pobre Judas, que sus planes quedarían desbaratados por el episodio de Barrabás? Cuando ve que todo se ha ido al diablo y que Jesús cuelga, efectivamente, de un leño, se suicida.
FIN