Casa digital del escritor Luis López Nieves


Recibe gratis un cuento clásico semanal por correo electrónico

Otro de actos de amor

[Poema - Texto completo.]

Sor Marcela de San Félix

Gózome tanto, Dios mío,
de tus bienes y riquezas,
que se deshace mi alma
por darte la norabuena.

¡Oh si a costa de mi honra
y de mi vida pudiera
hacer que todos los hombres
te amaran y te sirvieran!

Enhorabuena, Señor,
inmensidades poseas,
y a tu corona inmortal
oponerse nadie pueda.

Enhorabuena de nada
necesidad nunca tengas,
y me gozo de que todo
tenga de ti dependencia.

Gózome que los tesoros
que tan pródigo franqueas,
aunque los des sin cesar,
no tengan ninguna mengua.

Y pues no te puedo dar
ni añadirte más grandeza,
a sus deseos amor
con imposibles consuela.

Mi bien, si yo fuera dios,
mi ser al punto te diera
y sin él quedara alegre
sólo porque tú lo fueras;

de desnudo y de esencial,
aunque humilde, amor se precia,
o a serlo con tu favor
con vivo deseo anhela.

No te sirvo por gozar
tu gloria en la vida eterna,
que a tu ser divino sólo
mi amor rinde sus finezas,

ni porque tú me criaste,
me redimiste y conservas,
que ser quien eres en ti
me basta, obliga y contenta.

Y así los premios, Señor,
las dádivas y promesas,
ni las afecta tu amante
ni su mente las contempla.

En tu gesto solamente
descansa amor y se ceba;
ése es su término y fin,
lo demás no le hace fuerza.

Ya me he dado, dueño mío,
y he hecho de mi tal entrega,
que sólo con repetirla
pienso quedar satisfecha.

Consuélome, Señor mío,
con que tu bondad inmensa
recibirá los afectos
que le ofrece mi bajeza.

Con intenso amor continuo
estarte amando quisiera,
con mi mente y mis entrañas,
con toda el alma y sus fuerzas,

y pues yo las tengo cortas,
pónles tú, Señor, viveza,
de suerte que el amor tuyo
acabe la vida misma.

Tú me mandas que te ame
y obligas a que te quiera,
pues dame lo que me mandas,
que cierta está la obediencia.

En amarte y darte gusto
he vinculado mi hacienda;
éste es todo mi caudal,
mis haberes y riquezas.

Si de virtudes y dones
quieres que viva en pobreza,
porque se cumpla tu gusto
lo abrazaré muy sin pena.

Tú sólo, Señor, me bastas,
sin dulzuras ni experiencias;
date sólo, que mi amor
muy desnudo te desea.

Yo no deseo trabajos,
ni descansos ni asperezas,
ni blanduras ni regalos,
ni riqueza ni pobreza.

Y si todo cuanto digo
y cuanto decir pudiera,
gustas tú lo tenga yo,
con todo estaré contenta.

Envíame al fuego eterno
con tal que nunca te ofenda,
que así amo tu justicia
como tu piedad inmensa.



Más Poemas de Sor Marcela de San Félix