Pero yo que no escribo,
yo que casi no tengo ya palabra,
Enrique Lihn, amigo de los mejores días
(esos que no llegaron)
qué puedo hacer por fin
para encontrar el reino que sólo el sueño crea
con la palabra que no estuvo en el sueño:
los pájaros de antaño
o una muchacha junto al jazminero
en el centro del patio, si es que hubo ese patio
y no lo inventa el otro que soy al regresar cada mañana
mi enemigo mortal, el que habita en mi casa,
el que niega y se burla
de mis pequeñas trampas de tahúr obstinado
o de aspirante al cetro de los justos,
si es que hay justicia y justos
y diluvios, con su inmortal paloma
y todo eso.