Yo soy el pulsador del Mundo. Mi verso es como un mancebo deslumbrado de sol. Por eso, me siento alegre y toda la música de la Creación rompe como una orquesta en mi pecho. Cuando se desplome la noche ya no podré perderme, porque entonces me salvará mi instinto. Subiré como Zarathustra a la montaña a la hora que el mediodía luce su rubí, abierto como una llaga sobre su frente limpia y diáfana. Me agarraré a las crenchas del Infinito teniendo entre mis dientes la pulpa ruda de mi Verso.