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Pomposidad, verbosidad:

Instrucciones para escribir cuentos o novelas

[Cómo escribir cuentos o novelas]

Luis López Nieves

Alguien podría escribir:

La espigada homo sapiens del género femíneo deglutió con alborozo la guayaba rosácea y esferoidal.

A este defecto se le conoce como pomposidad, verbosidad, afectación, verborrea, ampulosidad, barroquismo y de muchas maneras más.

El problema es evidente. La literatura tiende a buscar la naturalidad. Además, es bueno que el lector comprenda lo que está leyendo.

Por eso aconsejo siempre buscar la manera más directa de decir lo que queremos decir. El mismo mensaje de arriba puede redactarse de maneras más agradables. Una de ellas sería:

La mujer alta se comió la guayaba con placer.

Recomiendo evitar la pomposidad. Pero, por supuesto, en el arte siempre hay excepciones. Y pueden ser muchas.

Por un lado, puede que el escritor pretenda crear su propio lenguaje barroco. Sabe lo que hace y lo que escribe. No son disparates producto del descuido o la pedantería, sino manejos o juegos artísticos con el lenguaje. Varios autores han hecho esto y supongo que lo seguirán haciendo.

Otra excepción podría ser un personaje nuestro. Ya sea en primera persona o en diálogo, resulta que un personaje de nuestro cuento o novela habla de manera pomposa y le encanta expeler verborrea. Si el personaje es así, no podemos corregirlo. Hay que dejar que se exprese según su naturaleza. Pero en este caso el autor tendrá el difícil desafío de escribir verborrea divertida; de lo contrario, el lector aborrecido tirará el libro contra la pared.

Supongo que hay otras excepciones que en este momento no me vienen a la mente. Lo importante es lo siguiente: a menos de que se trate de un manejo consciente del lenguaje, lo ideal (sobre todo en el caso de un principiante) es buscar una escritura natural y clara… y evitar tanto la pedantería como la pomposidad vacua.

En vez de obligar a nuestro personaje a gritar: “¡Advertencia apremiante: una flama candente e ígnea se disemina de forma díscola e indómita por nuestro dilecto y vetusto domicilio!”, es mucho mejor que grite: “¡Fuego!”

FIN


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