Por las tabernas y los burdeles de Berito me revuelco. No quería quedarme en Alejandría. Me abandonó Tamidis y se fue con el hijo de Eparcos para tener una villa en el Nilo, un palacio en la ciudad. No podía quedarme en Alejandría yo.- Por las cantinas y los burdeles de Berito me revuelco. En disipación abyecta paso vilmente la vida. Lo único que me salva como belleza duradera, como aroma que sobre mi cuerpo ha quedado, es que tuve por dos años como mío a Tamidis, el joven más maravilloso, como mío no por una casa o una villa en el Nilo.