Por repartida que vayas
entera siempre estarás.
Aun dándote de mil modos
no te fragmentas jamás.
Cada donación que haces,
cada dádiva que das,
te deja siempre lo mismo
a repartir o donar…
prodigio del dar y ser,
milagro del ir y estar.
Darte es tenerte a ti misma
y tenerte es darte más;
darse y tenerse, ¿no es eso
amor, luz, eternidad?
El amor se da y se tiene,
la luz se tiene y se da,
y lo eterno vase dando
y teniéndose eternal.
Como en ti todo es llegado,
todo es en ti comenzar;
quehacer de oleaje perenne
terminado sin cesar;
sueño que se hila a sí propio
y tórnase a deshilar,
y que ni empieza ni acaba
pues empieza al acabar.
Ni un grano inerte, en tu fábrica
todo es vivo y primordial;
todo a unánime pulsada
rinde faena esencial.
El bien del mundo te fluye
de la parte a lo total,
sin perderlo ni ganarlo,
que en el perder va el ganar.
¿Qué don de milagro acendra
tu apretada identidad?
¡Oh magia, centrifugada,
de tu intrínseco hontanar!
Agua que es piedra de cuarzo,
piedra que ya es manantial,
sombra del minuto eterno
inmóvil en lo fugaz.
Con efímeras substancias
fundas a perpetuidad,
la quietud en movimiento
de tu esencia virginal.
Gloria intacta, bien intacto,
belleza pura y cabal.
Redondez de lo perfecto,
sola, en el mundo falaz…
¡Única gracia creada,
que Dios no vuelve a crear!
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