Tuntún de pasa y grifería y otros parejeros tuntunes. Bochinche de ñañiguería donde sus cálidos betunes funde la congada bravía.
Con cacareo de maraca y sordo gruñido de gongo, el telón isleño destaca una aristocracia macaca a base de funche y mondongo.
Al solemne papalúa haitiano opone la rumba habanera sus esguinces de hombro y cadera, mientras el negrito cubano doma la mulata cerrera.
De su bachata por las pistas vuela Cuba, suelto el velamen, recogiendo en el caderamen su áureo niágara de turistas.
(Mañana serán accionistas de cualquier ingenio cañero y cargarán con el dinero…)
Y hacia un rincón —solar, bahía, malecón o siembre de cañas— bebe el negro su pena fría alelado en la melodía que le sale de las entrañas.
Jamaica, la gorda mandinga, reduce su lingo a gandinga. Santo Domingo se endominga y en cívico gesto imponente su numen heroico respinga con cien odas al Presidente. Con su batea de ajonjolí y sus blancos ojos de magia hacia el mercado viene Haití. Las antillas barloventeras pasan tremendas desazones, espantándose los ciclones con matamoscas de palmeras.
¿Y Puerto Rico? Mi isla ardiente, para ti todo ha terminado. En el yermo de un continente, Puerto Rico, lúgubremente, bala como un cabro estofado.
Tuntún de pasa y grifería, este libro que va a tus manos con ingredientes antillanos compuse un día…
… y en resumen, tiempo perdido, que me acaba en aburrimiento. Algo entrevisto o presentido, poco realmente vivido y mucho de embuste y de cuento.
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