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 Pues que en tu cielo aún brilla 
la luz de la esperanza, 
Pues que en tu mundo aún vierte 
la fe su resplandor, 
Poeta, duerme y sueña 
mientras que tu alma avanza 
Por esa blanca huella 
que te abre en lontananza 
La encarnación bendita 
del ángel de tu amor. 
Embriáguete la copa 
de sueños y ventura 
Que acerca hasta tus labios 
su mano virginal, 
La misma que en tus horas 
inmensas de amargura 
Rasgaba de tu noche 
la negra vestidura 
Para encender en ella 
la luz de lo inmortal. 
Que lance tu arpa al aire 
su acento enamorado; 
Que tiemble entre sus cuerdas 
tu ardiente corazón; 
Tu afán está cumplido, 
tu ensueño realizado: 
Ya tiene una ave el nido 
que estaba abandonado, 
Ya vuelve al culto el templo 
cerrado a la ilusión. 
Del viaje que a los cielos 
tu noble fe emprendiera, 
Buscando lo que el mundo 
jamás te pudo dar, 
Ceñida de ilusiones 
ha vuelto la viajera, 
Trayéndote en tus brazos 
la dulce compañera 
Que tanto reclamaban 
los ecos de tu hogar. 
Piadosa de tu luto, 
piadosa de tu duelo, 
Tendió al oír tus quejas 
sus alas hacia aquí… 
¡Poeta! dale gracias 
y fórmale en tu anhelo, 
Un mundo donde acabe 
por olvidar el cielo, 
El Cielo venturoso 
que abandonó por ti. 
Despiértate a la aurora 
dichosa de este día 
En que por fin acaban 
tus noches de dolor; 
Y en brazos de la virgen 
que tu ilusión te envía, 
Elévate a ese espacio 
donde alza su harmonía 
La voz del infinito, 
del alma y del amor. 
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