¡Que se las arreglen con las repúblicas,
hombres libres! -Picota al cuello-
¡Que pueblen sus nidos domésticos..!
-Yo soy el frágil cuclillo.
-Yo- corazón eunuco, desprovisto
de todo éxtasis y vibración…
¿Qué me canta su libertad,
a mí? Siempre solo. Siempre libre.
-Mi patria… está en el mundo;
y, puesto que el planeta es redondo,
No temo ver el fin…
Mi patria está donde yo la planto…
Tierra o mar, ella está bajo mi planta
de mis pues –cuando estoy de pie.
-Cuando estoy acostado: mi patria
es el lecho sólo y moribundo
sobre el que quiero forzar en mis brazos
mi otra mitad, como yo sin alma;
y mi otra mitad: es una mujer…
Una mujer que no poseo.
-Mi ideal: es un sueño
hueco; mi horizonte –lo imprevisto-
y la nostalgia me roe…
De un país que yo no he visto.
Mi bandera sobre mí ondea,
tiene al cielo por corona:
es la brisa en mi cabellos…
Y sin importar la lengua;
puedo sufrir una arenga;
y callarme si así quiero.
Mi pensamiento es aliento yermo:
es el aire. Por doquier el aire es mío.
Y mi palabra es el eco vacío
que nada dice –y nada más.
Mi pasado: es lo que olvido.
Lo único que me ata
es mi mano en mi otra mano.
Mi recuerdo –Nada- es mi huella.
Mi presente, es todo lo que pasa.
Mi futuro –mañana… mañana.
No conozco a mi semejante;
yo soy lo que me hago.
-El yo humano es detestable…
-Ni me amo ni me odio.
-¡Venga! La vida es una joven
que por placer me ha cogido…
El mío, es: reducir a harapos,
y prostituirla sin deseo.
-¿Los dioses?… –Por casualidad nací;
tal vez algunos existan –por azar…
Ellos, si desean conocerme,
me hallarán en cualquier parte.
Donde yo muera: mi patria
se abrirá bien, sin suplicarlo,
suficiente para mi mortaja…
¿Y para qué una mortaja…?
Ya que mi patria está en la tierra
mis huesos allí se irán solos…