Quien tanto veros desea,
señora, sin conoceros,
¿qué hará después que os vea,
cuando no pudiere veros?
II
Gran temor tiene mi vida
de mirar vuestra presencia,
pues amor en vuestra ausencia
me hirió de tal herida;
aunque peligrosa sea,
deliro de conoceros,
y si muero porque os vea,
mi victoria será veros.