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Romance de las carretas

[Poema - Texto completo.]

Julián Marchena

Cuando el día ya no es día
Y la noche aún no llega,
-perfiles desdibujados,
cielo azul de luces trémulas-,
por las rutas del ensueño
van rodando las carretas.
Bajo el patio de las sombras
se entrecruzan las consejas:
héroes y aparecidos
de rondalla y de leyenda,
La Llorona y El Hermano,
El Cadejos y la Cegua
y la Carreta sin Bueyes
que arrastra son de cadenas…

El manto de la penumbra
Rasgan miles de luciérnagas.

De madrugada las yuntas
que están rumiando a su vera,
poco antes de ser uncidas
clavan los ojos en ellas;
su comprensiva mirada
largo rato las contempla
y al escuchar un cencerro,
pausadamente menean
el hisopo de la cola
y con vaho las inciensan.
Como una flor luminosa
se abre la mañana espléndida.

Ambulancias campesinas
hormigas de las cosechas,
cándidos lechos nupciales
y trashumantes viviendas,
se mueven siempre sin prisa,
-tarde o temprano se llega-,
y sobre el polvo o el barro
detrás de sí sólo dejan,
como las almas afines,
ondulantes paralelas.
A largos trechos, reposan.
Ya sin los bueyes, semejan
cañones que no disparan,
aves con el pico en tierra
y, a su alrededor, los niños
en gráciles rondas juegan.

A veces en la pendiente
que a su término se arquea,
voltejeadas de súbito
por acrobacia grotesca,
trazan en el precipicio
espeluznante pirueta,
y al estrellarse en la sima
dan remate a una tragedia.
Una cruz lo dice todo:
está sin nombre y sin fecha.

Croan las ranas ocultas,
el grillo rasca su cuerda,
los gallos, a la distancia,
dan isócronos alertas,
algún remoto ladrido
el viento nocturno lleva,
y, quejumbrosas y a tumbos,
enfílanse las carretas,
-agudo violín, chirriando,
grave tambor, en las piedras-,
entretanto marcan ritmo
con altibajos y vueltas
los chuzos, que son batuta
de las rústicas orquestas.

Al emprender el retorno
se advierte que van de fiestas;
aligeradas de carga,
dieron fin a la faena.

Menudos brincos ensaya
el telón de las compuertas.

La noche sobre los campos
todos sus aromas riega.
Y si a lo largo del viaje
algún riachuelo atraviesan,
báñanse en agua con luna,
-flecos de plata en las ruedas –
y sus enhiestos parales
dialogan con las estrellas.



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