Ocúltame tus ojos llenos de alma y de pena.
Con sombrero de flores; soy el Gozo en persona.
¡Ay, corazón ilógico, para ti mismo enigma!
En mi seguridad no ves más que un delirio.
¿Harto débil esclavo, me quieres atender?
Escucha; te perdona y absuelve mi razón.
Devuélvele sus llantos. ¿Verdad? Vas a ceder.
¡Ay, no! ¡Siempre no! ¡Todo, tómalo, corazón!