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Sagrada corriente

[Poema - Texto completo.]

José de Diego

El cañón más grande alcanza trece millas…
disparadlo vertical hacia la altura,
y en el fondo del espacio sin orillas
brillará la Eternidad indemne y pura.

Allí está la única fuerza que dirige
de los mundos y los pueblos el camino…
¡El que impera sobre todos! ¡El que rige
los misterios de la Vida y el Destino!

¡No hay más fuerza que la suya! Cuanto hiere
con el soplo de su aliento, se anonada…
Si algo existe, o si no existe, es porque Él quiere…
¡Si Él lo quiere, nada es todo y todo es nada!

¡Qué impotentes las escuadras del Tirano,
con su estruendo de tronante artillería!
La Invencible salió un día al Océano
y no ha vuelto La Invencible todavía…

¡Qué sacrílegos aprestos militares!
En la tríplice coraza de sus barcos
el poder de los guerreros de los mares
es menor que el de las ranas de los charcos.

En el cielo un proyectil es una brizna
y un suspiro evocar puede una tormenta:
el rocío celestial de una llovizna
mata a un héroe y a una flor del campo alienta.

Sin el agua, sin el rayo, sin el viento,
fluye eterna de las cumbres de lo Ignoto
la corriente de un divino pensamiento
creadora de un divino terremoto.

No traspone las montañas y los ríos,
ni en las olas baña el pico de la sierra…
¡solo agita los lugares más sombríos
del Espíritu del Mal sobre la tierra!

Gira lenta en los azules hemisferios
y, al impulso que atraviesa las Edades,
se levantan y se hunden los Imperios
y germinan las futuras sociedades.

¡Ay del pueblo que a los débiles oprime!
¡Ay del monstruo que a los débiles devora!
con la sangre y con el llanto del que gime
más retumba la corriente vencedora…

Más retumba en nuestra América, do el Istmo
tiembla y sangra degollado sobre el cieno…
¡Y las islas, corazones del abismo,
angustiosamente lloran en su seno!

Ya se acercan los prolíficos raudales
que fecundan, rebullentes en lo arcano,
nuevas patrias florecidas de ideales,
a la luz del nuevo sol americano.

El cañón resuene trágico y rotundo,
contra el aire de sus pobres trece millas…
¡La corriente de los cielos cruza el mundo
y resuena ya su estrépito profundo
en el alma de mi tierra, bajo el Mar de las Antillas!


Cantos de rebeldía, 1916


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