Si durante algún tiempo creí amar, de tal sentimiento, poco conozco ahora en mí. Si me comparo al común de la gente, es verdad que hallo en mí gran amor; mas si recuerdo a alguien de otro tiempo, y lo que Amor puede en buena disposición, ni tan sólo puedo darme el nombre de amador, pues mi pasión no es tanta como debiera.
La que tanto amé, ya murió, y yo sigo vivo, viéndola morir; un gran amor no podría sufrir que la Muerte de ella me alejara. Tendría que ir a buscarla a su camino, mas no sé qué me impide decidirme: parezco quererlo, mas no es verdad, pues la Muerte no se resiste a quien en sí la desea.
Claro está que mi vida no terminó, cuando vi cómo la muerte se le acercaba, y llorando decía: -¡No me dejéis, sentid el dolor que el dolor causa en mí!- ¡Oh malvado corazón de quien en tal trance no queda despedazado y sin sangre! Un poco de piedad, un poco de amor bastaría para mostrar un gran dolor.
¿Quién será aquél que llegue a dolerse la bastante de los piadosos males que la Muerte trae? ¡Oh mal cruel, que la juventud arrebatáis y hacéis que la carne se pudra en la fosa!
El espíritu, despavorido, va volando a incierto lugar, temiendo la condena eterna; todo el placer presente atrás queda. ¿Qué Santo no dudó ante la Muerte?
¿Quién será aquél que lamentará la muerte propia o ajena, tanto como grande es el mal? No se puede sentir el dolor mortal, y menos aquél al que la muerte jamás tentó. ¡Oh mal cruel, que para siempre separas los ánimos que siempre permanecieron unidos! Mis sentimientos se hallan aturdidos; mi espíritu perdió la sensibilidad.
Todos mis amigos me compadecerán así que vean mi pasión; el falso compañero se alegrará, y el envidioso, que disfruta con el mal, ¡pues, tanto como puedo, sufro y sufrir quiero, y si no padezco, siento fuerte disgusto, pues deseo no volver a sentir placer y que jamás cese el llanto de mis ojos!
No amo tan poco como para que no mojen mi cara las lágrimas, al pensar en su vida y en su muerte; rememorando su vida, vivo en la tristeza, y su muerte lamento tanto como puedo. No logro más, nada más puedo hacer, sino obedecer lo que mi dolor ordena; antes quisiera perder la razón que no el dolor, y de poco amor me acuso, puesto que no muero.
No se excuse el amador de amar poco si sigue vivo, estando muerta su amada; que viva por lo menos apartado del mundo, y que tan sólo tenga el nombre de cautivo.
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