“¿Dónde se retiró, dónde ha desaparecido el Sabio? Después de sus numerosos milagros, la nombradía de su magisterio que se esparció por tantas naciones, se ocultó de repente y nadie supo con certeza que fue de él (ni nadie jamás vio su sepulcro). Unos inventaron que murió en Efeso. Sin embargo Damis no escribió eso; nada sobre la muerte de Apolonio ha escrito Damis. Otros dijeron que en Lindos desapareció. O acaso sea cierta aquella historia, de que ascendió al cielo en Creta, en el templo antiguo de Diktine. – Con todo tenemos su maravillosa, su sobrenatural aparición a un joven estudiante en Tiana. Quizás no ha llegado el tiempo de que vuelva, de que reaparezca otra vez ante el mundo; o transfigurado, acaso, entre nosotros anda incógnito. -Pero ha de volver a aparecer como era, enseñando lo justo; y entonces seguramente traerá de nuevo el culto de nuestros dioses, y nuestras finas ceremonias helénicas”. Así divagaba en su pobre morada – -después de una lectura de Filóstrato “Sobre Apolonio de Tiana”- uno de los pocos gentiles, de los muy pocos que habían quedado. Por otra parte -hombre insignificante y cobarde- en público pasaba también él por cristiano y asistía a la iglesia. Era la época en que reinaba, con extrema devoción, el viejo Justino, y Alejandría, ciudad temerosa de Dios, repulsaba a los pobres idólatras.
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