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Tipos de personajes:

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Luis López Nieves

En esencia, hay dos tipos de personajes literarios: redondos y planos.

A veces se usan diferentes términos para describirlos, pero creo que estas son las palabras más claras.

El personaje plano es aquel de quien solo conocemos una faceta o dimensión. El policía abusador, la abuelita cariñosa, la mujer coqueta, el hombre machista, la farmacéutica atenta, el intelectual despistado, el médico frío, la millonaria arrogante, etc. Si uno de tus personajes puede describirse de esta manera, con dos palabras (o menos), entonces podríamos concluir que es un personaje plano.

El otro tipo de personaje es el redondo, aquel de quien conocemos muchas facetas o dimensiones. Por eso, en vez de ser plano, es redondo: tiene profundidad. Lo conocemos como si fuera un amigo.

Toda gran literatura crea grandes personajes redondos: Edipo, el Cid, la Celestina, Lazarillo de Tormes, don Quijote, Hamlet, don Juan, Cándido, Julián Sorel, Eugenio Rastignac, Fausto, Madame Bovary, Rodión Raskólnikov, Ana Karenina, Gregorio Samsa, Horacio Oliveira, Úrsula Iguarán… Estos son una breve muestra de grandes personajes redondos. Lo son, entre otras razones, porque conocemos varios aspectos de sus personalidades. No son planos. No podemos resumirlos con dos palabras.

La gran literatura consiste, precisamente, de la creación de grandes personajes. Y, para que sean grandes, tienen que ser redondos.

Ahora bien: ¿cuál de estos dos tipos de personajes son los preferibles: los redondos o los planos? La respuesta es evidente: los redondos.

En ese caso podríamos preguntarnos: ¿para qué existen los personajes planos? Si los redondos son los mejores, ¿para qué crear personajes planos? ¿Debe un autor aspirar a que todos los personajes de su novela o cuento sean redondos? No, porque los personajes planos también son útiles.

Digamos que el protagonista (redondo) de una narración entra brevemente a una farmacia porque desea comprar aspirinas. Lo atiende una farmacéutica simpática. Es una escena corta, de apenas un párrafo. El protagonista sale de la farmacia y nunca jamás regresa. La farmacéutica ha sido caracterizada como una profesional simpática. Es un personaje plano. Pero no hace falta más. No tenemos que conocer la vida completa de la farmacéutica. No necesitamos saber si es casada, madre, huérfana, extranjera, fascista, vegetariana, sadomasoquista ni nada más. Ha sido caracterizada. Pudo ser una farmacéutica antipática, gruñona, coqueta, arrogante, despistada, etc. El autor tomó la decisión de caracterizarla como una farmacéutica simpática. No hace falta más.

Igual ocurre en el caso de un personaje que salga varias veces en la obra, como podría ser el cartero que todos los días pasa por la casa del protagonista, la vecina, el jardinero, el mesero de su restaurante favorito, etc. Basta con decir que el cartero es jovial, la vecina es gruñona, el jardinero es tímido y al mesero le gusta contar chistes. A menos que estos personajes tengan mayor importancia dentro de la trama, pueden quedarse como planos, aunque salgan con frecuencia en la obra.

¿Cuándo, entonces, debe ser redondo o plano un personaje? Como mínimo, los protagonistas de tus historias deben ser redondos. Los personajes secundarios pueden ser o no ser redondos, pero en el caso de los protagonistas es obligatorio.

Es un defecto que los protagonistas de una narración sean planos.

Aunque he dicho en varias ocasiones que en la literatura siempre hay excepciones, en este caso no se me ocurre ninguna. Creo que toda gran obra literaria que conozco lo es precisamente porque su protagonista es redondo.

FIN


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