Al jardín todas las tardes,
cuando quiere anochecer,
la hija del sultán hermosa
baja y pasea por él.
Junto a la fuente sonora
detiene el paso tal vez
y los limpios surtidores
ve saltar y oye caer.
Al jardín todas las tardes,
cuando quiere anochecer,
viene el esclavo gallardo,
e impasible se le ve
junto a la fuente escuchando
los surtidores también.
Cada tarde, de su rostro,
es mayor la palidez.
Una tarde la princesa
llega presurosa ante él:
-«¿Cuál es tu nombre? le dice,
tu patria, esclavo, ¿cuál es?
-Arabia me dio la cuna;
llamáronme Mohamet.
Soy de aquellos azraítas
que mueren cuando aman bien».