La muerta resucita cuando a tu amor me asomo, la encuentro en tus miradas inmensas y tranquilas, y en toda tú… Sois ambas tan parecidas como tu rostro, que dos veces se copia en mis pupilas. Es cierto: aquélla amaba la noche radiosa, y tú siempre en las albas tu ensueño complaciste. (Por eso era más lirio, por eso eres más rosa.) Es cierto, aquélla hablaba; tú vives silenciosa, y aquélla era más pálida; pero tú eres más triste.