Libre te contemplé un día
Luciendo espléndidas galas,
Batiendo alegre tus alas,
Entre la enramada umbría:
Castas flores a porfía
Te brindaban sus amores,
Los céfiros voladores
En sus brazos te llevaban,
Y nubes y sol te daban
Sus cambiantes de colores.
Mi pecho, que nunca entrada
Dio a los instintos del mal,
Te vio, y con amor fatal
Te ambicionó aprisionada;
No hubo por lograrlo nada
Que mi astucia no intentó:
Otro más feliz que yo
Tu vuelo logró atajar,
Te supo al aire robar,
Y a mis plantas te ofreció.
Largo tiempo tu hermosura
Bajo un cristal encerré,
Y en tu posesión cifré
Largo tiempo mi ventura.
Pensé guardarte segura,
Y hoy que en ti fijar me hiciste,
Y a mi memoria volviste,
Hice tu prisión quebrar,
Y al irte ¡ay Dios! a tocar
En polvo a mis pies caíste.
Muda, absorta, ni un lamento
Pudo mi labio exhalar:
¡Quién supo más que callar
Si hablaba alto el sentimiento!
Fuiste de mi pensamiento
Pura y risueña ilusión,
Y con cuanta más razón
Te creía sujetar,
Mas debías destrozar
Al huir, mi corazón.
Polvo, que eras mariposa
Y mariposa mi amor,
Ven de mi pecho al calor,
Sobre el corazón reposa,
Si ley, harto dolorosa,
Te creó para morir,
Y esa ley han de seguir
Contentos al mal ajenos,
Feliz yo, que en polvo al menos
Guardarte he de conseguir.
Sé tú emblema de ventura
De mis ilusiones bellas.
Ay! del que no halla en pos de ellas
Ni polvo en la sepultura!
Yo labraré a tu hermosura
Sepulcro en mi corazón,
Y ojalá que esa mansión
Nunca guarde otros despojos
Que éstos a que dan los ojos
Llanto de dulce emoción.
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