Casa digital del escritor Luis López Nieves


Recibe gratis un cuento clásico semanal por correo electrónico

Una muchacha angelical

[Cuento - Texto completo.]

Enrique Jardiel Poncela

Historia en seis cartas

De Baldomero Ansúrez a Francisco Montánchez.

Querido Paquete: Acabo de llegar de Londres, donde me he tirado unos meses fantasmagóricos. Chico, me he sacudido cada orgía, que hay para sonreírse de Heliogábalo y Sardanápalo and Company. Entre el personal femenino, a los pocos días, me hice el amo, y quien dice el amo, dice el encargado. Vengo verdaderamente aterrado de lo estupendíaca que es la vida británica. He visto al rey Jorge tres veces, he hablado una con Bonar Law y me han presentado a un tío, por parte de madre, del alcalde de Cork.

Además, una tarde acuosa me topé en la acera izquierda de Fleet Street con una miss por la que estoy que confecciono guarismos en las superficies murales. Se llama Nora Smedling. ¡Ya ves: Nora! Como la del pollo Ibsen, y, la verdad, no ra cambio por nada del mundo. Disculpa la idiotez del juego de vocablos, porque cuando sepas que me he traído a España a mi amiga, comprenderás que el júbilo me rebosa por el borsalino, y que en esta situación hace chistes hasta un fascista, que, por ahora, es lo más serio que pulula por la sandía terráquea.

Tenemos que charlar de muchas cosas que no nos importan a ninguno de los dos.

He hablado de ti a Nora, y tiene unas ganas furiosas de conocerte. Nora es una criatura angelical. Te espero, pues, en el Ritz mañana por la noche para que comamos juntos. Ya he pedido mesa para tres.

No dejes de ir, por Dios, y te convencerás de que Nora es más agradable que un baño turco.

¡Ah! Se me olvidaba. Pago yo.

Te abraza hasta el esquirlamiento de la columna vertébrica, — Baldo.

De Francisco Montánchez a Luis Cienfuegos, cuarenta días más tarde.

Simpaticote Luisín: Me tienes más abandonado que Robinsón Crusoe.¿Qué es de tu existencia, pelmazo?

Me he enterado de que reñiste con Julita la Ondulatoria, y te mando mi más cordial enhorabuena.

Muchacho, yo ahora estoy usufructuando una chica inglesa que es una estupendez. Se llama Nora Smedling, y bendigo a la oxigenada Albión, que crea criaturas como Nora. Nora es verdaderamente angelical.

La he hablado de ti y de tus cosas, y dice que eres very interesante. Está con unos deseos de conocerte, que no vive.

He tomado un palco para la Comedia, para que vengas con nosotros y conozcas a Nora. Iremos a buscarte con el coche alrededor de las diez.

Un estrujón fraternal de tu mejor amigo, — Pacorro.

De Luis Cienfuegos a Estanislao Jadraque, treinta días después.

Inolvidable Tanis: ¿Dónde te metes, que no hay manera de echarte una visual? Hace una semana que recorro, buscándote, todos los lugares juerguísticos madrileños, y como si recorriese el archipiélago de las Molucas. Esto no puede seguir así, porque voy recurrir a la star. Necesito verte urgentemente para decirte lo feliz que soy.

¿Que por qué?

¡Amigo, es que anda la víscera cardíaca por medio!

Estoy enamorado como un búfalo de la Patagonia de cierta inglesita que se llama Nora Smedling, que me tiene completamente alienado. ¡Qué criatura! ¡Es angelical! Tiene unos ojos, que te mira y te hace virutas.

Por cierto que la he hablado de ti y está pidiéndome todos los días que te presente a ella. Como sus caprichos son órdenes para mí, te aguardo en casa, a las cinco, para que merendemos los tres solitos. Nora cantará una canción muy bonita que se titula Remember, y entonará también el Vaya-Wais en el idioma del almirante Nelson. No dejes de venir; te lo pido en nombre de nuestra vieja amistad.

Siempre queriéndote, — Luis.

De Estanislao Jadraque a Fernando Puchos, quince días más tarde.

Amable Fernanducho: Sé que tu mujer está en París comprando trapos. ¿Es que, en vista de lo de los trapos, te vas a hacer tú trapense? ¡Aprovecha esos días de libertad, so primo! Sal de casa y abandona los planos y los tiralíneas una temporadita…

Yo estoy pasando una vida, que la de Luis XIV fue un piscolabis. Imagínate que sostengo relaciones con una londinense que la ve Oliverio Cromwell y le da un vahído. Se llama mi adlátere Nora Smedling, y es una criatura angelical, lo que se dice angelical.

El rostro es una maravilla policromada y el cuerpo requiere escalafón. Además, como inteligente, es capaz de chafar a D. Marcelino Menéndez y Pelayo.

La otra tarde, al ver el edificio del Banco Turdetano y saber que eras tú quien lo había construido, mostró enormes ganas de conocerte personalmente. La tienes loca. Así es que mañana por la noche te esperamos en Los Burgaleses para tomar juntos unas botellas de la lacrimosa Viuda.

No faltes, que el conocer a Nora vale la pena.

Un apretón de manos cordial, — Tanis.

De Fernando Puchos a Baldomero Ansúrez, una semana después.

Queridísimo Baldo: Perdona que no te haya escrito antes, pero estoy agobiado por el trabajo y no me queda tiempo para nada.

En cambio, ahora te escribo para darte una alegría, ya que tú eres tan mujeriego.

Tengo un lío con una muchachita inglesa que es una nena angelical. Te extraña, ¿no es cierto? Parece que eso está reñido con mi seriedad… ¿Qué quieres? El hombre es frágil.

Mi amiga se llama Nora Smedling, y merece estar en una vitrina. Es preciosa e inteligentísima. Por mi gusto seguiría con ella toda la vida; pero mi mujer, que se halla en París, va a venir de un momento a otro, y ya sabes que no tengo fuerza de voluntad para engañarla.

En consecuencia, te propongo un arreglo que estoy seguro que ha de satisfacerte, dada la belleza y la bondad de Nora.

Mañana almorzamos los tres juntos en mi casa, tú te insinúas con mi amiga y me la quitas. ¿Comprendes? De esta forma tú añades a tu larga lista una conquista más, y yo doy paz a mi conciencia. Hasta mañana, pues. Un gran abrazo de tu agradecido amigo,—Femando.

De Baldomero Ansúrez a Femando Puchos, al día siguiente.

Querido Fernando: Trucos, no. Eso de que no tienes fuerza de voluntad para engañar a tu mujer y de que quieres dar paz a tu conciencia, se lo cuentas a quien no te conozca a ti y no conozca a Nora Smedling.

Ese traspaso, que a ti te parece tan nuevo, lo hemos empleado ya Paco Montánchez, Luis Cienfuegos, Tanis Jadraque y un scrvidorito.

No voy a almorzar contigo; otro día será. Ahora que, en descanso, te doy dos soluciones: endósale Nora a otro amigo o envíala a Londres facturada en gran velocidad.

No olvides que yo soy más largo que una cabalgata. Y no te enfades.

Un fuerte abrazo de — Baldo.

*FIN*


Buen humor, Madrid, 1923


Más Cuentos de Enrique Jardiel Poncela