Ya no hay suceso imprevisto, ni abominable,
ni asombroso, toda vez que Zeus, padre de Olímpicos,
el mediodía lo tornó en noche, ocultando la luz
del sol radiante; empapó a los humanos el temor.
Desde entonces todo es creíble y esperable
para los hombres. Que a ustedes no les sorprenda
ver que a los delfines las fieras truecan comarca
marina y que estas del mar las resonantes olas
prefieren a la tierra firme, mientras aquellos bucean en el monte.