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El género epistolar como recurso ficcional
en la narrativa de Luis López Nieves

Rubén Darío Jaimes
Universidad Central de Venezuela/Universidad Simón Bolívar
Caracas, Venezuela


El encuentro con la cuentística del narrador puertorriqueño Luis López Nieves nos lleva a reflexionar acerca de las funciones que el género epistolar cumple dentro del discurso ficcional.

Desde la publicación de Seva (Historia de la primera invasión norteamericana de la isla de Puerto Rico ocurrida en mayo de 1898) (1983) el autor parece haber encontrado en la carta una forma y un medio cuya versatilidad le ha permitido narrar historias apócrifas y clandestinas.

En este primer cuento Luis López Nieves se ficcionaliza a sí mismo, al erigirse como el remitente de una carta dirigida al Director del periódico Claridad para que le publique las pruebas, que darán a conocer a la opinión pública las extrañas circunstancias en las cuales ha desaparecido el investigador Víctor Cabañas, quien ha descubierto una página oculta de la historia puertorriqueña, un episodio marcado por el heroísmo de un pueblo llamado Seva, que dio al traste con el primer intento norteamericano de conquistar la isla.

Si nos detenemos brevemente para reconocer la estructura narrativa de Seva, nos encontraremos que la Carta al Director del periódico es la estructura continente que cumple una doble función: la primera, de mimetizarse claramente con los géneros propios de la prensa a fin de crear un efecto de verosimilitud; y la segunda, darle orden y coherencia a la heterogeneidad de discursos que dentro de la historia aparecen como anexos (cartas-diario del Dr. Víctor Cabañas, páginas del diario del general Nelson Miles, mapa de Puerto Rico impreso en 1896, declaración jurada y fotos de don Ignacio Martínez) que cuentan directamente las historias de Víctor Cabañas y de la masacre de Seva.

Tal como lo señala Mijaíl Bajtín en Estética de la creación verbal (1982) los enunciados pertenecen a diversas esferas de la actividad humana y se concretan en las formas de los géneros discursivos, quienes a su vez son clasificados en primarios y secundarios. Entre los primarios podemos encontrar cartas y diarios, dada su condición de comunicación inmediata.

Estos enunciados reflejan las condiciones específicas y el objeto de cada una de las esferas no sólo por su contenido (temático) y por su estilo verbal, o sea por la selección de los recursos léxicos, fraseológicos y gramaticales de la lengua, sino, ante todo, por su configuración o estructuración. (Bajtín, 1982: 248)

Podemos observar que, efectivamente, el autor se ficcionaliza a sí mismo y apela al formato de la Carta al Director para construir una historia apócrifa, que llega tanto al lector incauto como al especialista. Pero, tal ardid es sólo el inicio de una tramoya levantada sobre los cimientos de la heterogeneidad de los géneros discursivos. El enunciado fundamental del relato apunta hacia un pasado heroico que reconcilia al puertorriqueño con un ayer alternativo y deseado, pero que, ante todo, esta narración puede ser percibida como un mensaje irreal y por tanto inverosímil, de no ser por la mediación de los géneros mencionados. De tal manera que el escritor no se vale únicamente del juego de palabras para convencer, sino que utiliza la estructura de la Carta al Director para mimetizarse y acceder a los códigos periodísticos y asegurarse un grado de verosimilitud, que le permita contar la historia apócrifa como si fuese real.

Casi puedo, estimado Sr. Coss, verlo sonreír y preguntarse si se trata de alguna broma. Entiendo perfectamente porque al principio yo también leí los documentos con escepticismo. Por eso le ruego que siga leyendo y que no se detenga hasta terminar. Verá que, como dije al principio, todo está evidenciado (podría incluso verificar la autenticidad del mapa). Luego de terminar la lectura de los documentos, lo único que le pido (en honor a Víctor) es que los publique (no publique las fotos de don Ignacio). (López, 1983: 16).

De esta manera podemos confirmar que lo que en apariencia es un llamado a la credulidad del Director, en verdad es una manipulación de la historia para atrapar la atención del verdadero lector del mensaje. La carta se desnaturaliza de su función comunicativa primaria y se redimensiona dentro del género secundario, adquiriendo un carácter especial. (Bajtín, 1982: 250) Pero allí no queda la estrategia discursiva empleada por López Nieves, por cuanto la necesidad de hacer verosímil una noticia tan contundente para la idiosincrasia boricua necesita de un soporte verdaderamente incuestionable. Documentos diversos sirven de sustento a la denuncia, pero son las cartas de Víctor Cabañas quienes narran las dos historias: la propia y la del pueblo. Entonces, podemos afirmar que existe una suerte de abismamiento de la ficción dentro de la ficción: la Carta al Director desarticula los niveles de incredulidad de un lector que encontrará noticias desquiciadas de una historia desconocida; pero a su vez la historia, ya filtrada por la estrategia discursiva del López Nieves intra y extratextual, accede a su segundo estadio narrativo: la articulación de pruebas y la narración de los acontecimientos llevan a concluir que la historia de Seva es verdadera, cuando en realidad es verosímil; y adquiere esta connotación porque los géneros discursivos se yuxtaponen para construir un soporte solidario de los unos con los otros a favor de la recepción del enunciado.

Cualquier extensión literaria por cuenta de diferentes estratos extraliterarios de la lengua nacional está relacionado inevitablemente con la penetración, en todos los géneros, de la lengua literaria (géneros literarios, científicos, periodísticos, de conversación), de los nuevos procedimientos genéricos para estructurar una totalidad discursiva, para concluirla, para tomar en cuenta al oyente o participante, etc., todo lo cual lleva a una mayor o menor estructuración y renovación de los géneros discursivos. (Bajtín, 1982:254)

Ahora bien, la construcción de una estructura narrativa compleja (por el uso de diversos géneros discursivos, por el soporte solidario de unos con otros, y por el efecto de verosimilitud producido por el abismamiento de la narración) es únicamente uno de los componentes que intervienen en la escritura de López Nieves; otro de los elementos utilizados por este narrador boricua es apelar a la atención del lector, tentarlo para que acceda al espacio íntimo y confidencial de la correspondencia personal. ¿Acaso López Nieves no hace un llamado al lector para que se entere por sí mismo de lo sucedido con su amigo Víctor Cabañas?

En la segunda publicación, Escribir para Rafa (1987), cuento que da título al libro, el autor se adentra aún más en la confidencialidad e intimidad del género epistolar. Toda la historia se desarrolla a partir de un intercambio de cartas personales entre por lo menos cuatro o cinco personajes. La historia parte nuevamente de un enigma, de una pregunta personal que nos impele a entrometernos en una historia un tanto sórdida, dado el triángulo-cuadrado afectivo que se establece entre los autores de las cartas y los personajes ficcionalizados hacia el interior de la misma narración. Observemos el inicio del cuento:

Cuando leíste mi nombre en la esquina izquierda del sobre, habrás pensado: ¿carta de Rafael, imposible! Claro, porque sabes muy bien que no soy escritor de cartas, y mucho menos escritor a secas (…) Entonces, ¿por qué escribo hoy? Como verás, se trata de una de esas intrigas bizantinas que tanto te gustan: escribo para no escribir. (López, 1987: 99)

El género epistolar sufre en esta historia el efecto de la combinación lúdica entre quienes escriben y quienes ficcionalizan; en otras palabras, los personajes vienen constituidos por la escritura de correspondencia, pero se transforman en el proceso de esta escritura cuando intercambian posiciones como personajes de sus propias cartas.

Rafael solicita a Luis Miranda que lo auxilie escribiendo cartas de amor para su novia Angie, quien le ha pedido participar en un juego amoroso, pero él ya ha declarado que no es escritor. El intercambio de correspondencia se hace intenso, dinámico y diverso, obligando al lector a reconstruir el rompecabezas de situaciones y papeles que varían constantemente. Luis Miranda sustituye en la escritura íntima a Rafael, pero a su vez es receptor de las misivas de Angie, porque necesita conocer el contenido para poder contestar. Rafael ha sido el detonante de la situación narrada, pero aparentemente ha sido desplazado a un mero intermediario en la correspondencia.

En este punto de análisis resulta valiosa la reflexión de Bajtín acerca del circuito comunicacional, dado que en el intercambio de cartas puede verificarse que el oyente, como entidad pasiva, es una abstracción poco útil para el reconocimiento profundo del proceso comunicacional.

Toda comprensión de un discurso vivo, de un enunciado viviente, tiene un carácter de respuesta (a pesar de que el grado de participación es muy variado); toda comprensión está preñada de respuesta y de una u otra manera la genera: el oyente se convierte en hablante. Una comprensión pasiva del discurso percibido es tan sólo un momento abstracto de la comprensión total y activa que implica una respuesta, y se actualiza en la consiguiente respuesta en voz alta. (Bajtín, 1982:257)

Recordemos además que Bajtín le concede a este rasgo del proceso un carácter diferido en el caso de la comunicación escrita. Resulta evidente que el cambio constante de turnos de habla cumple la función de reproducir dentro del espacio literario la alternancia en la narración de los hechos. Sin embargo, esta relación se vuelve sinuosa al diversificarse los enunciados emitidos a los diversos interlocutores. La perspectiva de narración varían en el intercambio epistolar, y los enunciados de una carta son contradictorios cuando cambia el interlocutor. Veamos un ejemplo que aclare lo que venimos señalando: Luis Miranda le escribe a Rafael aceptando el juego de escribirle las cartas que este último ha de remitirle a Angie.

Vaya, el Burlador de Sevilla recibe una proposición interesante, casi deshonesta: la carta de las cartas. Pues bien, aunque siento cosquillas acepto, porque me gusta la intriga, es refrescante. (¿Tendrás acaso alguna amiguita que te esté pidiendo un hijo? Yo podría hacerlo por ti.) (López, 1987:103)

Pero cuando Luis le notifica a Paulino Rodríguez lo que acontece con el juego que le propone Rafael, afirma lo siguiente:

Pero hoy recibí una carta grotesca. Después de releerla muchas veces y analizar fríamente su contenido me veo obligado a llegar siempre a una misma conclusión: mi amigo se está homosexualizando (o ya lo es). (López, 1987:105)

De tal forma que en el espacio narrativo coexisten diversos planos de conciencia, y podemos identificar una pulsión escritural intratextual que oscila entre el consciente y el inconsciente, juego que viene facilitado por el carácter íntimo y confidencial del género epistolar. Múltiples son los giros que va dando el desarrollo de la trama, por cuanto nunca tendremos certeza de cual es la verdadera versión de los hechos, porque la trama se hace alucinante y los personajes cambian de una carta a otra, llegando incluso a desmaterializar a Rafael, quien fue el motor inicial de la historia.

Podemos aseverar que el verdadero protagonista de este cuento es el género epistolar. En una misiva que le envía Luis Miranda al Sr. Ángel del Bosque le dice:

Te he escrito porque en las cartas me hablan a menudo sobre tus asuntos y cabe la posibilidad de que todo sea una especie de broma muy elaborada. (López, 1987:141)

Angie, por su parte, ya envuelta en el triángulo amoroso, comienza su carta a Luis Miranda con las siguientes palabras:

Si esta carta no fuera carta, sino cuento, se llamaría “Las cosas en su sitio o cuentas claras conservan amistades”. (IDEM)

En la escritura epistolar de esta narración encontramos la alteridad como una presencia constante, como un hilo que atraviesa toda la historia y se entreteje con el enmascaramiento, la contradicción, el enigma y la transformación lúdica, para finalmente dejar al lector en la incertidumbre acerca de lo que realmente ha sucedido dentro de la narración. La carta es en “Escribir para Rafa” una entidad polivalente, en constante transformación, que mueve a los participantes del circuito comunicacional dentro de una dinámica de respuestas sin respuesta.

Tal como hemos venido señalando, López Nieves emplea el género epistolar tanto para atraparnos con la red de la verosimilitud como para distanciarnos conscientemente y poder percibir que todo lo narrado es simple ficción. Ahora bien, las cartas también pueden estar emparentadas con la recuperación de la memoria, con el rescate de las metáforas de un pasado remoto, con el reconocimiento del Siglo XVI como el más literario para el Caribe.

En La verdadera muerte de Juan Ponce de León (2000) nos encontramos con el relato “El suplicio caribeño de Fray Juan de Bordón”, donde se narra -a través de cartas contemporáneas de un investigador de genealogía- la historia de una personaje del Siglo XVI, quien a su vez tiene la posibilidad de dar su testimonio a través de una carta diferida que nadie había leído en cuatrocientos años.

Una de las características de este cuento es que retoma recursos empleados en las dos obras anteriores: a) construye la estructura a partir de cartas, b) cuida de la verosimilitud por medio de la argumentación que explícitamente guarda la correspondencia, y c) accede a lo que pudiésemos considerar un inconsciente colectivo. Sin embargo, hay nuevas estrategias discursivas que le dan un giro al empleo del género epistolar en esta narración: los interlocutores de la correspondencia contemporánea son eruditos en historia medieval, genealogía y paleografía, lo cual produce un efecto que prepara al lector para encontrarse con enunciados que han permanecido diferidos largo tiempo; por otra parte, el testimonio del fraile -que ha sido procesado por sospecharse de ser hugonote y hereje- está escrito con un lenguaje añejado, que logra reproducir tanto el vocabulario como la estructura lingüística del tiempo representado.

Veinte días me ha tardado escribir esta carta sin tinta, mas uso carbón que humedezco con saliva y con la sangre que mana de mis heridas. Estoy en grave peligro. Me acusan de hereje luterano y hugonote porque hallaron la mi Santa Biblia y mi Santo Misal escritos en la mi lengua el francés, y porque están en dicha lengua me creen hugonote. Ya he dicho arriba, hace veinte días cuando comencé esta carta, he dicho que soy fraile de don santo Domingo y misionero de Nuestro Señor Jesucristo. (López, 2000:111)

Podemos entrever que la voluntad de López Nieves de trasladar su ficción a un Siglo XVI tiene como objetivo el construir las metáforas universales de un espacio múltiple como el Caribe de aquel entonces. El autor ya no construye epopeyas de un pasado moldeado a capricho, ni tampoco busca imágenes que le den sustento a las raíces culturales de Puerto Rico, sino que aprovecha el pretexto de un episodio de la realidad para fabular acerca de aquel tiempo. Puede el lector jugar con la historia, dado que en la correspondencia existen cinco hipótesis acerca de los motivos que generaron el proceso inquisitorial de fray Juan de Bordón, y que nunca son negadas ni confirmadas en el testimonio del fraile, porque para todo lector el Caribe siempre es una interrogante que genera nuevas preguntas.

FIN


BIBLIOGRAFÍA

1.- LÓPEZ NIEVES, Luis (1983): Seva (Historia de la primera invasión norteamericana a la isla de Puerto Rico ocurrida en mayo de 1898), San Juan, Cordillera. (10ma edición, 1998).

2.- __ (1987): Escribir para Rafa, San Juan, Cordillera. (3era edición, 1998).

3.- __ (2000): La verdadera muerte de Juan Ponce de León, San Juan, Cordillera.

4.- BAJTÍN, Mijaíl (1982): Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI.


“El género epistolar como recurso ficcional en la narrativa de Luis López Nieves”, Prof. Rubén Darío Jaimes, ponencia leída en el XVIII Simposio Anual de la Asociación Venezolana de Estudios del Caribe (AVECA), Universidad Simón Bolívar, Valle de Sartenejas, Venezuela, 22, 23 y 24 de noviembre de 2000.


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