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[Cómo escribir cuentos o novelas]

Luis López Nieves

La siguiente nota forma parte de una nota mayor que se llama “Diálogo“. Debido a su importancia, considero necesario destacarla como nota independiente.

*

Al escribir diálogo nos proponemos reproducir la forma natural en que las personas conversan entre sí. Veamos el siguiente ejemplo:

En un centro comercial se encuentran una chica y un cuarentón:

-Hola, doctor Rivera, profesor mío de Historia en la Universidad Acme, ¿cómo está usted?

-Qué tal, Flavia González, discípula mía y amiga de Gladys, estoy bien, gracias. ¿Y tú?

-Bien. Como toda chica de 19 años, ando buscando una tienda para comprar ropa porque esta blusa roja que llevo puesta ya no me gusta.

-Ah, me ocurre igual con esta corbata azul de puntos blancos que llevo puesta, y que en realidad ya está vieja.

En este ejemplo he exagerado un error común entre los escritores principiantes. El error se llama “información para el lector”. Los personajes dialogan de manera artificial porque el narrador, de manera poco hábil, ha querido ofrecerle al lector información sobre los personajes. Esta no es la manera de hacerlo. Ningún estudiante va a saludar a un profesor e indicarle qué clase toma con él ni dónde. Ambos lo saben, a menos que el profesor tenga miles de estudiantes, trabaje en varias universidades o esté senil.

Cuando las personas dialogan, no se dicen cosas que ambos saben. No dicen “Hola, te saludo aquí en San Juan”, porque ambos ya saben que están en San Juan. Asimismo, el profesor no va a contestar con nombre y apellido. El autor de este ejemplo quiso que el lector supiera que Rivera es profesor de Historia en la Universidad Acme y que la estudiante se llama Flavia González. Pero lo hizo de manera torpe. Luego, la muchacha dice su edad y describe el color de su blusa. El profesor no es ciego. Puede ver que la blusa es roja y que ella la lleva puesta. Y la muchacha tampoco es ciega. No hay que decirle el color y diseño de la corbata. Basta con mostrarla. Toda esta información es un disparate y destruye el diálogo, que queda como un mero ejercicio de aficionado. Lo básico de este diálogo es lo siguiente:

En un centro comercial se encuentran una chica y un cuarentón:

-Hola, doctor Rivera.

-Qué tal, Flavia, ¿cómo estás?

-Bien. Buscando una blusa nueva porque esta ya no me gusta.

-Ah, me ocurre igual con mi corbata. Ya está vieja.

Si el autor considera indispensable comunicarle al lector, en este momento del cuento o la novela, la información del primer ejemplo, deberá buscar otra manera de hacerlo. Puede integrar la información en el diálogo, pero de manera natural. O puede dar la información en la breve introducción. O puede decirla por medio de acotaciones. Puede usar todos estos recursos o una combinación de ellos. Por ejemplo:

En un centro comercial se encuentran Miguel Rivera, cuarentón, y la joven Flavia González.

-Hola, doctor Rivera.

-Qué tal, Flavia, ¿cómo estás? -le responde el profesor a su estudiante de Historia de la Universidad Acme.

-Bien. Buscando una blusa nueva porque esta ya no me gusta.

-Ah, me ocurre igual con mi corbata -el profesor agarra su corbata azul de puntos blancos-. Ya está vieja. Pero esa blusa roja te queda bien. Mi hija de 19 años tiene una similar y me parece linda.

-Yo conozco a Gladys. Somos amigas. ¿Ella no se lo ha dicho?

Habría miles de maneras de comunicar esta información. En el ejemplo anterior solo ofrezco una. Tras una breve introducción para ubicar al lector, por medio de un diálogo natural y de acotaciones concisas comunicamos la misma información que se intentó transmitir de manera torpe en el primer ejemplo.

FIN


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