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Liberaos los unos a los otros – Cartas Bizantinas


Luis López Nieves

El príncipe Constantino, embajador de Bizancio en el Caribe, le escribe a la princesa Eudocia, su hermana menor, quien reside en la capital bizantina.

Querida Eudocia:

En el siglo XV los españoles llegaron al Caribe y con gran ferocidad se dedicaron a imponer su voluntad. Primero se quedaron perplejos ante las inmensas diferencias culturales de los indios. Pero rápidamente concluyeron que todo lo que se hacía en el Caribe estaba muy mal… y había que corregirlo. No pasó por sus mentes que las diferencias culturales fueran simples diferencias. En los documentos de la época queda claro que ningún español pensó en esa posibilidad.

Si los indios les rezaban a otros dioses, era evidente para todos los españoles que le rezaban al diablo y que el deber de los conquistadores era exterminar esas religiones diabólicas a la buena o a la mala. Al descubrir que las indias se pasaban todo el día con los senos al aire, fue obvio para los europeos que éstas eran rameras adoradoras del demonio y que también tenían el deber moral de cubrirlas con gruesa lana castellana.

Los españoles acabaron con las costumbres de los indios y los obligaron a vivir a la manera europea. Los aborígenes tenían la costumbre de bañarse diariamente en los ríos porque el Caribe es un lugar caluroso en que abunda el agua. Pero los españoles vieron a las indias frotándose el cuerpo en el río y concluyeron, escandalizados, que estas hijas de Lucifer en realidad se estaban masturbando. Como resultado, les prohibieron que se bañaran.

Poco a poco, un escándalo “moral” tras otro, los españoles finalmente impusieron su voluntad de “sacar a los indios de sus errores abominables”. Los salvaron de sus costumbres diabólicas y en el proceso los mataron a todos. Los indios padecieron un holocausto mucho mayor que el sufrido por los negros y los judíos. En menos de 200 años todos habían muerto en el Caribe.

Europa fue autora y testigo de este genocidio. Pero tal parece que la humanidad tarda mucho en aprender… o que no aprende nunca.

Ahora los países occidentales quieren “liberar” a los musulmanes. Han concluido que esa civilización está muy loca, que lo hace todo de manera errónea, que le reza a un dios demasiado violento… y que el deber moral de Occidente consiste en enseñarles a vivir “correctamente”.

Un caso obvio es el fanatismo conque Occidente quiere imponerles a los musulmanes un sistema político “democrático”. Opinan que esa es la única forma de gobierno posible y que los musulmanes deben adoptarlo, de la misma manera que los fanáticos españoles creían que el catolicismo era la única religión posible.

Un caso menos obvio es la lástima que muchas mujeres occidentales sienten por las musulmanas. Concluyen que tienen que “liberarlas” porque viven oprimidas, de la misma manera que los fanáticos (y las fanáticas) de España “liberaron” a las indias de las costumbres satánicas de destaparse los senos o bañarse en los ríos.

Y las musulmanas piensan lo mismo de las occidentales. Sienten pena por ellas porque opinan que la civilización occidental las ha convertido en objetos sexuales que sólo valen si son jóvenes y bellas. Les entristece que las occidentales tengan que lucirse por las calles como mercancía, con las piernas al descubierto, grandes escotes y las caras pintadas. Sienten gran lástima por estas mujeres. Y si tuvieran el poder vendrían a Occidente a “liberarlas”.

Ya ves, querida Eudocia. Las culturas se observan las unas a las otras y sienten lástima o desprecio. A veces deciden “liberar” a la otra de sus males. Y así, liberándose las unas a las otras, las culturas se torturan, se destrozan, se matan, se aniquilan.

Te besa tu hermano,

Constantino

FIN


“Cartas Bizantinas: Liberaos los unos a los otros”, Luis López Nieves, El Nuevo Día, San Juan de Puerto Rico, 30 septiembre 2007, p.107 y endi.com.

Ver la versión original en el periódico El Nuevo Día


Cartas Bizantinas es una columna del escritor Luis López Nieves, Premio Nacional de Literatura (años 2000 y 2005) y autor de la novela El corazón de Voltaire y del cuento Seva, entre otros libros. Pulse aquí para más información.


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