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Los jueces de la Tierra – Cartas Bizantinas


Luis López Nieves

El príncipe Constantino, embajador de Bizancio en el Caribe, le escribe a la princesa Eudocia, su hermana menor, quien reside en la capital bizantina.

Querida Eudocia:

En el 1492 los aborígenes de América descubrieron a un tal Cristóbal Colón que andaba perdido por el Atlántico con una pandilla de españoles. Los rescataron y les dieron comida, pero luego cometieron la imprudencia de no matarlos a todos.

Los indios de América no tenían forma de conocer el precio que habrían de pagar por este error impresionante. Primero los españoles plantaron bandera en el Caribe, México, América del Norte y América del Sur. Luego empezaron a llegar portugueses, franceses, ingleses, holandeses… y hasta pálidos daneses. Como una plaga furiosa estos colonizadores europeos se regaron por todos los rincones de América.

Así fue que Europa Occidental comenzó a repartirse el mundo. América fue una especie de ensayo, porque poco después empezaron a dividirse otro continente: África. En este caso los pedazos más grandes cayeron en manos de Francia e Inglaterra, ya que a España le daba y sobraba con América.

Luego le tocó el turno a Asia. Inglaterra agarró países que hoy día se conocen como India y Paquistán, al igual que otros más pequeños como Myanmar, Sri Lanka, etcétera. En el lejano oriente, Francia de apoderó de Vietnam, Camboya, Laos y otros países, a los que llamaba Indochina. Las Filipinas ya pertenecían a España. Inglaterra se apoderó de Australia. Todas las potencias europeas estaban metidas en China, a la que intentaron desmembrar poco a poco… pero sin éxito.

Así, como si fuera la gestión más natural del mundo, los países de Europa Occidental se repartieron el planeta. Para justificar sus acciones se valieron de falsas excusas, que casi siempre eran las mismas. España, por ejemplo, le decía al mundo que debía conquistar a los indígenas de América porque eran idólatras, salvajes y caníbales. Por tanto, había que educarlos, llevarles religión y gobernarlos, porque ellos mismos no se sabían gobernar. Es decir, desde la perspectiva de los españoles, no se trataba de una conquista, sino de una desinteresada labor de educación moral. Los franceses e ingleses argumentaban igual. No estaban en África y en Asia para conquistar, sino para “civilizar a los salvajes”. Y en el mundo entero había millones de ingenuos que se creían estas mentiras.

A partir de la Primera Guerra Mundial, en el 1914, los países de Europa Occidental perdieron la primacía mundial, que pasó a manos del nuevo Imperio del Norte. Desde entonces las naciones europeas sólo conquistan cuando el nuevo amo mundial les da permiso. Se utiliza el término “Occidente” para denominar al Imperio del Norte y a los países ex imperialistas que ahora son sus sirvientes.

Actualmente Occidente tiene bases militares en el mundo entero. Tanto Francia como Inglaterra siguen manteniendo bases en África, Asia y América Latina. En el caso del Imperio del Norte, es difícil llevar la cuenta. Tiene unas 700 bases militares en 130 países. Además, cuenta con 9,000 misiles nucleares de largo alcance, que se pueden lanzar desde submarinos, aviones o bases militares para pulverizar cualquier punto del planeta.

Sin embargo, querida Eudocia, ahora estos países Occidentales se han autonombrado jueces de la Tierra. A pesar de que todavía tienen las manos empapadas de sangre, ahora pretenden darle al mundo lecciones sobre derechos humanos, libertad y humanismo. Y lo hacen descaradamente desde organizaciones inventadas y controladas por ellos mismos, como las Naciones Unidas y el Tribunal Internacional de La Haya.

Lo peor de todo es que estos países, que durante siglos mataron y esclavizaron y robaron y aniquilaron naciones enteras, quieren imponer su voluntad a cualquier precio. Como lo han hecho durante siglos, desean “educar” a los demás países del mundo e imponerles sus valores y creencias, aunque para ello tengan que exterminarlos a todos.

Te besa tu hermano,

Constantino

FIN


“Cartas Bizantinas: Los jueces de la Tierra”, Luis López Nieves, El Nuevo Día, San Juan de Puerto Rico, 10 agosto 2008, p.76 y endi.com.

Ver la versión original en el periódico El Nuevo Día


Cartas Bizantinas es una columna del escritor Luis López Nieves, Premio Nacional de Literatura (años 2000 y 2005) y autor de la novela El corazón de Voltaire y del cuento Seva, entre otros libros. Pulse aquí para más información.


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