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Medievales – Cartas Bizantinas


Luis López Nieves

El príncipe Constantino, embajador de Bizancio en el Caribe, le escribe a la princesa Eudocia, su hermana menor, quien reside en la capital bizantina.

Querida Eudocia:

En algunas áreas del conocimiento humano, como las ciencias, los países de Occidente son muy vanguardistas, pero en los asuntos sociales a veces pienso que continúan en la Edad Media. Aunque difícil de creer, acá todavía prohiben la prostitución y las drogas. A los embajadores no occidentales nos llama mucho la atención la hipocresía con que se manejan estos asuntos en América.

Por ejemplo, aunque la prostitución es ilegal, todo el mundo sabe quiénes son y dónde están las prostitutas. De hecho, hay prostíbulos famosos. Pero las autoridades no hacen nada para cerrarlos. Al contrario: una tarde iba yo en mi limusina camino a una recepción del Gobierno. Me acompañaban tres senadores que tienen fama de ser muy éticos. Al pasar frente a un legendario burdel sonrieron con picardía y me preguntaron si ya lo había visitado.

En el caso de las drogas, la situación es peor. La gente sabe dónde y quién vende la droga, pero los gobiernos tampoco hacen nada pues muchos traficantes de drogas están en el gobierno o son muy amigos de los políticos. Esto es muy evidente en el Imperio del Norte, para darte un ejemplo. Fíjate que el emperador Jorge Bush II está en plena batalla en contra del terrorismo y ha sellado sus fronteras herméticamente para que no entren explosivos ni armas. En los aviones no permite que los pasajeros lleven ni siquiera una botellita de champú. Sin embargo, todos los días entran al país cientos de furgones con toneladas de drogas para satisfacer la demanda de los adictos. ¿Cómo es posible? Los embajadores hemos llegado a la única conclusión natural: los narcotraficantes tienen la protección del gobierno y de las fuerzas armadas.

En realidad no entiendo por qué en América no se han dado cuenta del hecho tan obvio de que el usuario de drogas no es un criminal, sino un enfermo, y de que es mucho más efectivo, compasivo y barato someter al adicto a tratamiento médico en vez de encerrarlo en la cárcel.

En el caso de las prostitutas también sería mucho más práctica su legalización. En Bizancio las sometemos a exámenes médicos regulares para proteger la salud del país y también les cobramos impuestos como a cualquier trabajador. Además, cuando ya están demasiado “maduras” para el oficio no dejamos que mueran olvidadas en las cunetas ni que tenga que mantenerlas el gobierno: las readiestramos para cuidar viejitos o enfermos que necesitan compañía y comprensión o para otros oficios que requieren afecto. Las prostitutas son muy diestras para trabajar con la gente. De hecho, no sé si recuerdas que fue una ex prostituta quien cuidó a la duquesa de Seleucia durante su larga convalecencia después del accidente que sufrió mientras esquiaba en Suiza. Por eso papá no nos permitió visitar a la Duquesa, aunque es parienta de nuestro Augusto Soberano.

No olvides, querida hermana, que todo lo que te escribo es privado y no debes comentarlo con nadie. Sólo en ti confío. Mi eficacia como embajador depende de que los demás no sepan lo que realmente pienso. La verdad es que a los latinoamericanos los respeto mucho, sobre todo a los del Caribe. Lamentablemente, los pobres no han tenido la suerte de nacer en un país como Bizancio.

Te besa tu hermano,

Constantino

FIN


“Cartas Bizantinas: Medievales”, Luis López Nieves, El Nuevo Día, San Juan de Puerto Rico, 10 abril 2007, p.85 y endi.com.

Ver la versión original en el periódico El Nuevo Día


Cartas Bizantinas es una columna del escritor Luis López Nieves, Premio Nacional de Literatura (años 2000 y 2005) y autor de la novela El corazón de Voltaire y del cuento Seva, entre otros libros. Pulse aquí para más información.


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