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Te traigo un cuento:
Cuentos puertorriqueños de 1997

Luis López Nieves

(compilador)


Autores: Mario S. Belaval, María Bird Picó, Rhodesia Brea, Carmín Figueroa, Héctor Latorre, William Llamas Bonfant, Gisela Paoli, Nilda Soto Méndez, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, Puerto Rico, 1997, pp.114.


Descripción y contenido:

Prólogo

Dice El corán, refiriéndose a los creyentes que ganarán el cielo: “Él los recompensará con un jardín y un traje de seda porque han perseverado. Reclinados sobre tronos, no sentirán el sol ni el frío hiriente. Tendrán sobre sí la refrescante sombra del jardín y para tomar sus frutos sólo deberán alzar la mano”.

Los verdaderos escritores saben que nunca recibirán esta recompensa mientras estén en la tierra. Comprenden que el oficio del escritor es una lucha sempiterna con el idioma, una batalla incesante contra esas letrecitas indóciles que, por más que machacamos, no acaban de acomodarse de una vez y por todas en el lugar justo. Entienden que el artista nunca está del todo satisfecho con lo que ha producido, y que estarlo es el primer paso hacia la fosilización creativa.

Durante los más de quince años que llevo dirigiendo talleres de cuento he podido conocer varios tipos de estudiantes. Algunos toman mi primer curso de ocho semanas con la expectativa ingenua de escribir dos o tres cuentos geniales durante sus horas libres. Al final del curso, cuando descubren que no ha sido como esperaban, se desilusionan, se irritan o alegan que el taller ha sido una pérdida de tiempo. A este tipo de estudiante se le conoce como el impaciente. No entiende la diferencia entre el arte y la contabilidad. En realidad no es escritor, sino un curioso que pasó una temporada en un taller de cuentistas.

Al otro extremo -siempre me han gustado los extremos- están los que persisten. Llegan al taller con las mismas expectativas de los demás, y a veces disfrutan del halago precoz de compañeros que les celebran el talento, pero no se conforman con este reconocimiento. Quieren más. Descubren por sí mismos que el arte no es cuestión de un curso de ocho semanas sino de muchos años de paciencia y trabajo. Han optado por el compromiso real con el arte y se dedican de lleno a la meta de ser escritores. A veces se irritan, se frustan, sufren; pero recuerdan que maestros como García Márquez y Borges también han pasado semanas enteras frente a la página en blanco o luchando por encontrar el adjetivo exacto.

Ocho escritores de este último tipo, que toman o han tomado mi Taller de Cuento en la Universidad del Sagrado Corazón, se unieron a fines de 1994 con la intención de publicar una antología de sus cuentos. El resultado es este libro: Te traigo un cuento: Cuentos puertorriqueños de 1997.

El proceso fue sencillo: cada uno sometió al resto del grupo tres o cuatro cuentos. El grupo rechazó algunos y aprobó otros. Luego me sometieron los cuentos aprobados y me pidieron -según la tradición del Senado Romano que en tiempos de crisis nombraba un Censor con poderes omnímodos- que actuara como editor, que hiciera la selección final y que luego escribiera un prólogo.

La antología se compone de dos o tres cuentos por autor, según los tamaños. Nada une necesariamente a los textos entre sí, excepto el hecho de que los autores se hicieron amigos mientras tomaban el Taller de Cuento. Algunos son principiantes, otros llevan varios años tomando talleres y escribiendo asiduamente. Todos tienen talento.

No hablaré sobre los textos en sí. Primero, porque soy enemigo del ditirambo. Segundo, porque según verá el lector los cuentos se defienden solos. Tercero, porque no hay manera en que yo pueda hablar con imparcialidad sobre textos que he visto nacer, crecer y ahora debutar. Eso sí: puedo afirmar que todos son cuentos que se dejan leer.

Durante más de nueve años he dirigido talleres de cuento en la Universidad del Sagrado Corazón gracias al apoyo, en orden más o menos cronológico, de las siguientes personas: Dr. César Rey Hernández, Lcdo. José Alberto Morales, Sra. Andry Otero, Sra. Elvia Agosto, Sra. Carmen Milagros Pérez y Dr. José Jaime Rivera. A ellos quiero darles las gracias, porque son los gestores invisibles de esta antología.

Luis López Nieves


Comentarios

  • “Lo nuevo de ‘Aquí y Ahora’: Te traigo un cuento”, Diálogo, agosto 1997, p.43.
  • “Te traigo un cuento”, Gloribel Delgado Esquilín, El Nuevo Día, 24 ago 1997, p.107.
  • “Cuentos contemporáneos: Para romper mitos y divertir”, Ángel Manuel Aguirre, Claridad, 5 septiembre 1997, p.21.
  • “Workshop spawns unlikely anthology”, Natalia de Cuba, The San Juan Star, 9 septiembre 1997, p.28.
  • “La antología ‘Te traigo un cuento'”, Ángel Encarnación Rivera, El Vocero, 5 noviembre 1997, p.34.
  • “Escritores recién nacidos”, Gloribel Delgado Esquilín, El Nuevo Día, 12 noviembre 1997, pp.86-87.
  • “Promesas y premisas: Te traigo un cuento”, Carmen Dolores Hernández, El Nuevo Día, 16 noviembre 1997, p.12 (Sección En Grande).
  • “La antología Te traigo un cuento”, Ángel M. Encarnación Rivera, Cundiamor, Año 6, No. 7, 1998, pp.4-5.
  • Te traigo un cuento: cuentos puertorriqueños de 1997“, Daniel Rivera Peña, Hybrido, Nueva York, Año II, Número 2, 1998, pp57.58.

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